Este artículo se publica simultáneamente en inglés en el Humanitarian OpenStreetMap team blog.
La semana pasada fue una pequeña aventura. Me fui a Mozambique a hacer mapas, como parte del programa de empoderamiento de la juventud a través de las artes y los medios. El principal objetivo era entrenar a jóvenes para que sean capaces de realizar una cartografía básica de las comunidades rurales de sus alrededores.
Este viaje se enmarca dentro de las actividades del Equipo Humanitario de OpenStreetMap. Tras los éxitos de Kibera y Haití, queremos comprobar hasta dónde podemos ayudar levantando cartografía.
La cartografía en zonas en desarrollo proporciona una gran cantidad de conciencia situacional - para ayudar, hace falta saber dónde es necesaria la ayuda. En el caso de las comunidades rurales de Mozambique, estamos hablando de saber quién tiene pozos de agua y acceso a sanidad y educación, y quién no.
El problema del Mozambique rural es que la población está muy dispersa. Cada unidad familiar vive en un conjunto de chozas aislado, lejos de las demás familias de la comunidad. Hay tanta tierra disponible que la mayoría del terreno no se aprovecha ni se gestiona.
Lo cual induce a pensar que quizás el éxito de Kibera y Haití se deba, en parte, a que son zonas urbanas bastante densas, donde un kilómetro cuadrado de información tiene mucha utilidad.
Se ha repetido hasta la saciedad que la información geográfica es la infraestructura de las infraestructuras. No se pueden abordar problemas humanitarios a gran escala sin un apoyo cartográfico - sin él, no habrá ni conciencia de la situación, ni será posible coordinar esfuerzos, algo importante en una época en la que la ayuda humanitaria puede estorbar más de lo que ayuda. Sin embargo, aun con técnicas ágiles de captura de datos y trabajo distribuído masivamente, el coste del levantamiento de áreas grandes es elevado. Y, como en los demás problemas, no se puede dar una solución sólo con tecnología.
Ahora bien, todo el camino a recorrer hasta llegar a las comunidades rurales no tiene nada que ver con la estereotípica imagen occidentalizada del África rural subsahariana. No hay ni leones ni niños negros con la barriga inflada por no comer.
Lo que sí que hay es la imagen de un país desarrollado pero en el que las administraciones funcionan a medio gas. Transporte público, gestión de basuras, urbanismo, seguridad ciudadana, medio ambiente, trabajo, educación, seguridad social. Todo está ahí, pero todo funciona a un nivel mucho más bajo de lo que cabría de esperar. Por poner un ejemplo, la Administraçao Nacional de Estradas planifica los cambios de sentido de los carriles sobre cróquis a mano alzada.
Las razones para explicar la situación actual del país no son ni mucho menos sencillas, pero pueden resumirse a grandes rasgos en dos: la guerra de independencia de 1964-1975, y la guerra civil de 1977-1992. Ahora, casi 20 años después, todavía hay esa sensación de postguerra. No se vive mal, pero tampoco se vive bien, y parte de la población está esperando a que la ayuda humanitaria internacional les solucione mágicamente todos sus problemas.
Cuando uno se para a pensar, la situación es inquietantemente reminiscente a la película Bienvenido, Mr. Marshall. Sólo que todo el mundo es negro, no bailan sevillanas, y en vez de ferrocarriles esperan sanidad y educación. Espera un momento. Reconstrucción 20 años después de una guerra civil, ayuda externa, y necesidad de cartografía para todo el país. Esto me recuerda al vuelo general de España del 1956-57, más popularmente conocido entre cartógrafos como el vuelo americano.
Estas fotografías aéreas, realizadas en colaboración con el Army Map Service estadounidense, tuvieron un gran impacto en los mapas topográficos de la época, y a día de hoy son una herramienta inestimable para estudiar los cambios en los usos del suelo.
¿Cuál es, pues, la mejor solución? Inyectar tecnología geoespacial puede ser pan para hoy y licencias de 9000€ por asiento para mañana. Mr. Marshall no va a venir con un gran vuelo ortofotogramétrico. Los institutos geográficos militares no van a implantar IDEs de la noche a la mañana. Entrenar a las cooperantes que hacen trabajo de campo y a los lugareños es posible, pero lento y costoso, aunque quizás sea lo único que se pueda hacer.
Publicado por Iván Sánchez Ortega
OpenStreetMap
18 nov 2010
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