El Programa Copernicus, liderado por la Unión Europea en colaboración con la Agencia Espacial Europea (ESA), amplía su capacidad de observación de la Tierra con el lanzamiento del nuevo satélite Sentinel-2C.
El pasado 5 de septiembre, Sentinel-2C, que sustituirá paulatinamente en sus funciones al Sentinel-2A, lanzado en 2015, partió desde el puerto espacial europeo de Kurú (Guayana francesa), a bordo de un cohete Vega que lo situó en su órbita, a unos 780 kilómetros de la Tierra.
Este nuevo satélite forma parte de la constelación de satélites Sentinel, integrada en el programa Copernicus, cuyo objetivo es observar nuestro planeta y dar información precisa y actualizada para mejorar la gestión del medio ambiente, comprender y mitigar los efectos del cambio climático y garantizar la seguridad ciudadana.
La misión Copernicus Sentinel-2, en la que se integra Sentinel-2C, se basa en una constelación de dos satélites idénticos que vuelan en la misma órbita pero separados 180°: el Sentinel-2A, que será reemplazado después de un breve periodo de observaciones en paralelo, y el Sentinel-2B. Juntos, cubren toda la superficie terrestre y las aguas costeras de la Tierra cada cinco días.
El nuevo Sentinel-2C está equipado con una cámara multiespectral de alta resolución, que proporcionará imágenes continuas con resoluciones de 10, 20 y 60 metros y una anchura de barrido única de 290 kilómetros. Sus datos tendrán aplicaciones en agricultura, vigilancia de la calidad del agua, gestión de catástrofes naturales (incendios forestales, volcanes, inundaciones) y en la detección de emisiones de metano.
Este lanzamiento refuerza el compromiso de Europa con la monitorización ambiental y la sostenibilidad. La integración de los datos de este nuevo satélite con los ya existentes permitirá una visión más detallada y global del estado del planeta, lo que es crucial en tiempos de creciente preocupación por las crisis ambientales globales.
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