Alicante, 150 años de historia como cota cero

En 1874 el Instituto Geográfico Nacional designó a Alicante como referencia altimétrica o «cota cero» de España.  Este año se conmemora el 150 aniversario de este importante evento.

Para esta elección, el IGN buscó un lugar con baja altitud, de modo que se evitaran alturas negativas, y donde las variaciones del nivel del mar por efecto de las mareas fueran mínimas. Así, Alicante resultó ser la opción ideal, ya que estaba protegida de fenómenos costeros, contaba con un clima templado y ofrecía una notable estabilidad debido sobre todo a la baja amplitud de las mareas del Mediterráneo. Por tanto, fue allí donde se instaló el primer mareógrafo de España.

Durante cuatro años (desde julio de 1870 hasta febrero de 1874), varios funcionarios del IGN midieron diariamente la altura del mar, utilizando únicamente una regla de mareas: una cinta métrica colocada sobre una pared vertical frente al mar. A las 9, las 12, las 15 y las 18 horas, el mareógrafo del puerto de Alicante realizaba sus mediciones y registraba los datos. Finalmente se determinó un punto denominado Z, al pie de las Escalinatas de la Reina del Puerto que corresponde realmente con la cota cero nacional. A partir de dicha referencia, se desplegó la Red de Nivelación de Alta Precisión, cuya primera señal, denominada NP1, está situada en el primer peldaño de la escalera del Ayuntamiento de Alicante, marcado con un clavo de bronce. La diferencia de nivel entre este clavo y el punto Z es de 3,4095 metros.

Este lugar está considerado como el origen de las altitudes en España, como figura en el Real Decreto que regula el Sistema Geodésico de Referencia en España. Es el punto desde donde se obtienen las diferentes altitudes del resto de ciudades de la España peninsular.

El establecimiento de la cota cero geodésica significó un verdadero impulso para el avance técnico y científico de España que, hasta entonces, solo contaba con medidas de poca precisión y desligadas entre si. Desde el punto de vista cartográfico, supuso el punto de partida para la realización del Mapa Topográfico Nacional a escala 1:50.000, del que un año después, en 1875, se edito la primera hoja, la de Madrid. Igualmente favoreció la construcción de grandes infraestructuras: ferrocarriles, carreteras, construcciones hidráulicas..., la planificación territorial y en definitiva, la modernización del país.

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