El pasado 26 de febrero la Comisión Federal de Comunicaciones (Federal Comunications Commission) de Estados Unidos aprobó, por tres votos a favor y dos en contra, la neutralidad de la red. Definió la conexión de banda ancha a la Red como un servicio público, similar al agua, la luz, el gas o el teléfono, y por lo tanto las empresas de telecomunicaciones que dan ese servicio no podrán bloquearlo o ralentizarlo a cambio de una tarifa especial o para favorecer los intereses de una compañía determinada.
¿Qué significa eso? Pues, por ejemplo, que si contratamos una conexión de banda ancha con una compañía ligada a una distribuidora de películas, esa compañía no podrá hacer que resulte más rápido bajarse las películas de su distribuidora. Es decir, las compañías no podrán discriminar en función de los contenidos la calidad del servicio que dan. Esa es la idea básica de la neutralidad de la red, algo que ha estado en peligro varias veces y ha sufrido ataques muy serios protagonizados por grandes compañías.
Para entender la trascendencia de esa decisión de la FCC, lo mejor es leer el análisis de Tim Wu, quien acuñó la expresión network neutrality. La neutralidad de la Red fue una de las primeras promesas del presidente Barak Obama, pero los grupos de presión han conseguido frustrar su consagración en una ley y los intentos hasta ahora de que la FCC la reconociese. No todo está conseguido, falta la votación definitiva del Congreso de los EE. UU., pero esta primera victoria conseguida en contra del criterio del mismo Presidente de la FCC es muy significativa.
Puede considerarse en parte una batalla ganada por los activistas que en las redes sociales y en la calle, han mostrado su apoyo a la neutralidad de la Red como algo necesario e irrenunciable.
Llama la atención que una decisión tomada en un órgano de un solo país, los Estados Unidos, pueda tener una influencia tan decisiva en todo el mundo. Hace tiempo que se echa de menos un marco legal global más amplio en el que se establezcan esas cuestiones.
Activistas en la entrada de la FCC en
Washington (Foto de Karen Bleier publicada en The
Guardian)
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Por último, os preguntaréis ¿y que tiene esto que ver con la información geográfica y las IDE? Pues mucho. Aparte de que una red neutral es esencial para el establecimiento de IDE sanas, equilibradas y participativas, no hay que olvidar que la información geográfica es intrínsecamente muy voluminosa (piénsese en los volúmenes de los mosaicos de ortofotos o de los datos LiDAR, por ejemplo) y en una situación de falta de neutralidad de las comunicaciones, lo más probable es que lo geográfico saliese perdiendo. No me imagino yo a una gran corporación atendiendo a las demandas de los usuarios de IG.
Salud e interoperabilidad.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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