Trazas de 1,2 millones de móviles durante 3 días del 2017 en Mahattan (foto New York Times)
Como nos recordaba hace unas semanas Enrique Dans en una entrada de su blog, en diciembre del 2018 el New York Times publicó un interesante artículo con el impactante título de más arriba: Tus app saben dónde has estado anoche y no te guardan el secreto.
En él, se explica que docenas de compañías utilizan las posiciones cada dos segundos de los teléfonos inteligentes en propio beneficio, gracias a que los usuarios habitualmente instalamos apps en nuestro móviles aceptando sin leer largas parrafadas en letra pequeña en las que autorizamos a una empresa a utilizar nuestros datos de localización con muy pocas restricciones.
Esos datos son útiles para modelizar el comportamiento de la población, cuáles son las esquinas y calles más concurridas, a qué horas, en qué localización puede ser más rentable abrir un negocio determinado, colocar un anuncio en la calle o hacerlo llegar a un móvil cuando pasa por una posición, y si se cruzan con el rastro de compras y gastos que dejan nuestras tarjetas de débito y crédito, las posibilidades de análisis y predicción aumentan enormemente.
Nos gusta pensar que esos datos se comercializan y circulan en forma de Big Data, pero anonimizados, de manera que no es posible identificarnos como individuos. Pero no es así. En el trabajo de investigación que ha realizado New York Times con esos datos, le ha resultado bastante fácil identificar los recorridos de una ciudadano concreta, Lisa Magrin, porque es la única persona que va cada día a las 08:30 desde su casa hasta su trabajo, y ver su comportamiento (en este caso con su consentimiento) espacial a lo largo de todo el día.
Más de 75 empresas adquieren ingentes cantidades de datos anónimos (en principio) de los recorridos de la población para diseñar todo tipos campañas y negocios. Las grandes corporaciones no están especialmente interesadas en identificar quienes recorren esas trazas, pero no es difícil averiguar dónde vive alguien, ver cuál es el identificador del móvil que pasa allí la noche e identificar así todos sus movimientos.
La globalización nos ha traído muchas cosas buenas, buscadores fantásticos, aplicaciones web maravillosas, la democratización de la cartografía, los datos abiertos, los servicios estándar, las IDE, la interoperabilidad, los mapas en los móviles... un conjunto de recursos impresionante, aparentemente gratuitos. Lo que no sabíamos era que para conseguirlos, estábamos vendiendo nuestra intimidad sin saberlo y que la privacidad ya nunca iba a volver a ser como antes.
Como en otras ocasiones, parece que la técnica ha avanzado demasiado deprisa y ha alumbrado un campo de actuación global en el que no hay un marco legal satisfactorio, y no es fácil que se defina a corto plazo porque hay muy pocos legisladores especializados en TIC.
Publicado por el editor.
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