Hace ya algún tiempo que se vienen haciendo estudios de análisis SIG tomando como base las pistas que da El Quijote, para ubicar con coordenadas el famoso lugar de La Mancha del que no quería acordarse Cervantes y que sería la patria chica del caballero de la triste figura.
En el año 2005, un equipo multidisciplinar de profesores de la Universidad Complutense de Madrid, dirigido por el catedrático emérito de Sociología Francisco Parra, publicó un sesudo libro sobre la cuestión, titulado «El lugar de La Mancha es... El Quijote como un sistema de distancias/tiempos», en el que teniendo en cuenta la velocidad media de Rocinante y del rucio de Sancho y los días que les llevaba llegar a los lugares que se nombran en la inmortal novela, concluía que el famoso lugar era Villanueva de los Infantes (Ciudad Real).
Por otro lado, en este enlace, podéis encontrar otro artículo, esta vez a cargo de dos miembros de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, en el que se realiza un análisis estadístico similar y se llega a la misma conclusión, aunque por muy poco margen.
Sin embargo, Apoyándose en el gran número de discrepancias de esos estudios y en bastantes datos adicionales que se contradicen entre sí, Jesús Sánchez Sánchez, entre otros autores, opina que Don Miguel de Cervantes no redactó su novela como un gigantesco acertijo alrededor de una población concreta y que quiso representar un lugar genérico que no existe. En tal caso, el lugar de La Mancha
seria diferente en cada salida, casi en cada página del libro. Aquí podéis leer sus argumentos.
La cuestión parecía zanjada, cuando Francisco Parra ha vuelto a la carga proclamando que tiene 16 pruebas incontrovertibles de que la población de marras es efectivamente Villanueva de los Infantes. Tan convencido está que ofrece un premio de 5000 euros, cantidad que irá subiendo cada año hasta llegar a los 25 000 euros, a quien consiga rebatirlas.
¿Os animáis? Ahora hay más datos y servicios de mapas disponibles que nunca, en el Centro de Descargas y en la IDEE. No debería ser difícil demostrar de una vez por todas si este catedrático de Sociología tiene razón o no.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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