Ahora que se acerca el verano, tiempo de bulos informativos y serpientes estivales, no está de más recordar que hace más o menos un año se publicó la tercera edición del clásico de Mark Monmonier titulado How To Lie With Maps (Cómo mentir con mapas), más de 20 años después de la segunda edición.
Como bien dice un artículo sobre esa edición publicado en el Financial Times, que incluye una entrevista a su autor, muchas cosas han sucedido en esas dos décadas, por ejemplo la democratización de la cartografía, la aparición de las IDE y la muy popular Neocartografía o Información Geográfica Voluntaria. Sin embargo, aunque Internet ha tenido un impacto enorme en los procedimientos para elaborar y publicar cartografía, no la ha hecho ser más veraz, como apunta Monmonier.
La web, por un lado permite comparar diferentes fuentes de información y comprobar malos usos de los mapas, pero por otro lado también facilita el que haya contenidos que se viralizan y se convierten en la verdad aceptada.
Para ilustrar de qué tipo de problemas estamos hablando vamos a dar dos ejemplos. Primero, el uso de la proyección Web Mercator, que se está generalizando como manera estándar de publicar mapas en Internet. Mantiene aproximadamente los ángulos, las formas y las distancias en áreas pequeñas, como una tesela, pero a grandes latitudes distorsiona las superficies de manera exagerada y hace que Groenlandia (2 166 086 km²) aparezca mayor que Sudamérica (18 200 000 km²).
En mapas que muestran la distribución de un fenómeno cualquiera es también fácil manipular la impresión general en los mapas de cloropletas. En el artículo se muestran dos mapas con la distribución de votos en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016. En el mapa 1, se representan en rojo los estados en los que ganó el partido republicano rellenando cada estado con un tono proporcional al número de votos. En el mapa 2, realizado por The New York Times, se representó cada voto con un punto y luego se agregaron los puntos. La diferencia salta a la vista.
Mapa 1
Mapa 2
Internet, para bien y para mal, nos permite publicar mapas y llegar a audiencias enormes y el primer impacto visual genera una impresión muy de dificil de modificar después. Así que conviene mantener un sano escepticismo frente a las evidencias que muestran los WMS y analizar con cuidado si el mensaje que se transmite es veraz o no. Monmonier sigue vigente.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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